El portero del edificio a tres edificios del mío dice: "Uy, señor, llevó aquí 43 años... desde que tenía 25". "¿Y está contento?", le pregunté. Se quedó callado por unos segundos, después me dijo: "Sí, muy contento, es mi casa".
Quién fuera él. Se le veía en paz. ¿Por qué yo busco siempre cambiar algo, remodelar, crear proyectos nuevos, intentar, fracasar o salir bien librado?
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Qué buena lección: hay que ser el portero de la propia vida. Nada más que eso. Así las cosas.
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