13.3.08
..:: sobre el escándalo spitzer ::..
Nunca he sido muy dado a verle tres pies al gato cuando se trata de asuntos de género, pero el tratamiento que la prensa en general, y el diario REFORMA en particular, le ha dado al escándalo sexual que tumbó al ahora exgobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, raya en la franca estupidez, en el mejor de los casos, o en el insulto, en el peor. Los encabezados lo dicen todo. La fotogalería (arriba), se titula "El cuerpo del delito". En ella, prácticamente se culpa a la prostituta, Ashley Alexandra Dupre, de la caída del mentado político demócrata y aliado de Hillary Clinton. Yo lo leo así: "El cuerpo del delito" hace de Ashley un objeto de pecado, la despoja de su carácter de persona, le pone la etiqueta de "culpable". Y la muestran, Ave María Purísima, en bikini (sí, ella provoca miradas lascivas, ella despedazó un hogar, ay). El título de la liga que lleva a dicha fotogalería (izquierda) es aún peor: "Tira prostituta a Gobernador de NY˝. O sea: fue ella, y no él, la causante del derrumbe del antes apodado "Eliot Ness" por su implacable persecusión del delito. Sí, ahora él es la víctima: ¿lo obligaron a recurrir a los servicios del escort service? ¿Fue Ashley la que llamó a los cazadores de brujas? ¿Cuando acudió al llamado de Spitzer, como acudiría al de cualquier otro cliente, lo hizo con la intención premeditada de "tirar" al gobernador? Por favor, señores. Quiero creer que estos encabezados son producto del oportunismo o la estupidez, y no de una intención malsana. Y bueno, ya que estamos en esto: el revuelo causado por el caso revela la hipocresía de la clase política gringa –muy bien abordada por Philip Roth en su novela The Human Stain, por cierto–, esa clase política que pretende llegar a la Casa Blanca vía Hillary Clinton –harpía disfrazada de "esposa abnegada", abnegada y humillada como la esposa de Spitzer que, callada, acompañó a su marido cuando dimitió– o John McCain. Hipócrita eso de derrumbar a una figura pública por un asunto privado. El pecado de Spitzer, políticamente hablando, fue el no ser discreto. Digo, son legendarias las epopeyas eróticas de JFK, y ahora hasta un aeropuerto lleva su nombre. Y qué decir de Bill.
En fin, the confederacy of dunces.
"I'm no monster", dice ella aquí.
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