12.1.09
en blanco
ayer lo decidí. le dedicaré, cueste lo que cueste, pase lo que pase, una hora, como mínimo, a mi novela, diariamente. llego a casa tras un día pletórico. me siento frente al monitor. el cursor se prende y apaga como un párpado o una boca diminuta y hambrienta. mi personaje busca sus anteojos, recorre su casa, su día, con la memoria. pero las palabras no llegan. acabo de añadir otra rutina a mi jornada. ir en bicicleta a la oficina. hace ocho años que no me subía a una: al principio me caí, me levanté, seguí. volví a caer y activé la alarma del auto de un vecino. quiero creer que es lo mismo con la escritura. que la novela agarrará su propio ritmo, que mi antihéroe encontrará sus anteojos. que la boca diminuta no tenga más hambre.
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Sí se puede! Sí se puede!
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